El Coro de la Ópera del Auditorio apaliza a un espectador desconsiderado al término de «Norma»

El pasado sábado, 18 de marzo, los asistentes y visitantes del Auditorio de Tenerife fueron testigos de un suceso tan sorprendente como inesperado: la paliza que los miembros del Coro de la Ópera propinaron a un espectador a la salida de la última representación de “Norma”.

Puestos al habla con algunas de las personas presentes durante la agresión, conseguimos que Elisa Estévez, una matancera aficionada a la ópera, nos narre su visión del sucedido: “todo comenzó cuando, a la salida de Auditorio, vimos cómo los integrantes del coro salían en tromba, vestidos aún de druidas y con aquellos gorros como de cosacos. Iban buscando a alguien con caras de muy pocos amigos y, cuando le localizaron, fueron hacia él. Rápidamente le rodearon y empezaron a propinarle golpes con sus bastones. Cuando terminaron, se acercó la directora del coro y le dijo al tipo que la próxima vez apagara el móvil.”

Después de tomar constancia de este revelador testimonio, nos pusimos en contacto con Carmen Cruz, responsable de la dirección del Coro de la Ópera, la cual termina de arrojar luz sobre los puntos oscuros de esta historia: “Verá usted, señor Gunnarson: ese señor al que usted se refiere tenía el teléfono encendido y con el sonido activado. Por tres ocasiones ¡tres! sonó durante la representación, sin que se tomara la molestia de solucionarlo. Eso sin contar los mensajitos con sonido de trino que le llegaban. Comprenderá pues que, después del esfuerzo que supone la preparación de una ópera, este tipo de actitudes maleducadas y groseras merezca una respuesta contundente. La letra con sangre entra y le aseguro que la próxima vez que vuelva ese tipo, dejará el móvil apagado y a buen recaudo.”

Inquirida acerca de la posibilidad de que haya casos de reincidencia en cuanto a estos comportamientos desconsiderados, Cruz concluyó la entrevista indicando que, a la próxima ocasión, la persona responsable de estas faltas de educación sería colgada por los pelos del sobaco del pico del Auditorio.