Los mundos de Yupi reclaman una ley de residencia

El imperio galáctico conocido como “los mundos de Yupi” pasa desde hace unos años por una situación de profunda convulsión social. El contactado conejero Pacuco Pimiento se ha hecho eco –interestelar- de las declaraciones del embajador para la vía láctea, el señor Astrako, según las cuales los yupimundanos estarían reclamando a su gobierno la implantación de una ley de residencia que limite la inmigración de ciudadanos terrestres, especialmente de políticos y de dirigentes de entidades deportivas.

Habitante del planeta Takatón, en plena reivindicación

“Esto no puede ser” –declaró Astrako por voz de Pimiento- “Cada vez son más y nos sentimos extraños en nuestro propio sistema solar. Los primeros llegaron de visita pero la mayoría no vuelve a poner los pies en la Tierra. Encima piensan que todo el cometa es frigolito y luego pasa lo que pasa” –siguió diciendo el contactado en un tono de voz cada vez más parecido al del mítico y entrañable Don Pinpón-. “Hace unos años llegó por aquí un tipo calvo y con barba que decía no sé qué historias sobre bicefalias, secretarías generales y candidaturas. Quería montar un laboratorio de alternativas. Y no le quiero contar cuando comienza eso que llaman ustedes la liga de fútbol. Una vez tuvimos a un tipo con gafas que no paraba de repetir que tenía once razones para un título y que iba a armarla, para luego vendernos papeletas para una hartanga que financiaría lo que llamaba una ciudad del deporte”.

Períodos electorales, períodos calientes

“La peor época es la de las elecciones. Vienen a cientos ¡a miles! Lo de las últimas ha sido dramático. La población local era bombardeada por las propuestas de estos visitantes. Un simpático ancianete de mejillas sonrosadas resultaba ser un incansable parlanchín sobre cualquier vehículo que fuera sobre raíles o infraestructuras ciclópeas. Yo mismo viví una experiencia terrible. Me encontré de camino a la nave con un joven de melena cuidada que se dirigió a mí educadamente mientras se atusaba el pelo. Parecía tener los pies en el suelo; me miró a los ojos y me dijo él tampoco creía en los terrícolas, como si él hubiera nacido en Saturno. Cuando lo rememoro se me ponen las orejas de punta. Más todavía.”

Terminada la declaración, pedimos a Pacuco que intentara contactar con otros habitantes de la galaxia, lo que conseguimos no sin ciertas dificultades que el contactado imputó al sistema de contacto (“la banda cuadridimensional transgaláctica es un timo” –arguyó- “Tres gigas por centón. Menudo engaño”). Nos respondió un alto funcionario de Takatón, el planeta capital, que ratificó las afirmaciones de Astrako: “¿Qué les pasa a los terrícolas? ¿Es que todos quieren vivir en los mundos de Yupi? Personalmente lo entiendo, pero comprendan que no podemos absorber a todos los que vienen y, no se ofendan, pero muchos son gente de poco fiar. Hablan y hablan y ya tenemos el espacio aéreo de nuestros planetas saturado por tantos castillos en el aire como han montado”.

El contacto se perdió un poco más tarde porque la luna se había posicionado en la séptima casa y Júpiter se había alineado con Marte (explicación del contactado) pero acertamos a saber que el parlamento transestelar había admitido a trámite una proposición para instaurar una ley de residencia y blindar las fronteras del imperio, endureciendo las relaciones interestelares con vecinos particularmente permisivos con la migración de terrestres como Raticulín, cuya flota de transporte de humanos se cifra en unos diez mil millones de naves.