Presidente de comunidad de vecinos rueda biopic sobre su vida

Cartel provisional de la película

Ramiro Benítez, un comercial de seguros de 52 años y presidente desde hace tres de la comunidad de vecinos «Lomo de La Agachada», en Adeje, rueda desde hace semanas un biopic sobre la historia de su vida, utilizando para ello una videocámara doméstica y la cámara de su teléfono móvil como auxiliar. Según su mujer, Marisa Delgado, Benítez se embarcó en este proyecto «después de ir a ver Lincoln al cine, que volvió medio trastornado», pero él asegura que «era una idea que había venido madurando desde que tomé posesión de mi cargo como presidente tras una larga lucha contra Chucho, el del 4ºA».

Ramiro Benítez ha escrito, producido, coproducido, ambientado, interpretado y dirigido lo que él define como «un drama intimista no exento de épica», en el que se narra su llegada al edificio con apenas tres años (un papel para el que escogió a su sobrino, el más chico) y su ascenso desde la gris última fila de las juntas de vecinos hasta la primera línea y finalmente el liderazgo que hoy disfruta. El filme rememora cómo Benítez tuvo que ir ganando adeptos a su causa para desbancar a Chucho, «que es un villano clásico, de esos encantadores que se ganan a los vecinos porque organizan torneos de mus e invitan a bizcochones, pero luego no pintan la escalera ni rinden cuentas del estado de Tesorería, y los vecinos no saben dónde han ido a parar las perras».

En esta escena, los vecinos y viandantes contemplan desde la calle a Ramiro saliendo al balcón a saludar instantes después de su elección como presidente.

Uno de los momentos cumbre de la cinta se produce cuando Ramiro, ya presidente, se encuentra con insospechadas dificultades para aprobar una derrama con la que hacer frente al gasto de cambiar la puerta de la azotea, ya muy deteriorada. Ante las reticencias de doña Paquita, la anciana tacaña que vive en el 2ºC con su gato, y de Felo el Rubio, residente en el 1º y de ingresos nunca aclarados, Ramiro Benítez se reúne con sus incondicionales y exclama, henchido de determinación: «¡¡Soy el presidente de Lomo de La Agachada, investido de un poder inmenso, van a conseguirme esos votos!!»

A falta de rodar el final, Ramiro Benítez ya piensa en un gran estreno en el portal del edificio con alfombra roja, y ha comenzado a informarse sobre las subvenciones que otorga la Consejería de Cultura del Gobierno de Canarias a los cineastas noveles, así como del circuito de festivales, seguro de que «a la Berlinale ya no llego, pero para Venecia creo que ya tendré el montaje terminado». Su mujer, por su parte, espera «que se le pase pronto esta tontería, porque ahora mira para todos lados haciendo como un cuadrado con los dedos y guiñando un ojo y a mí me hace pasar mucha vergüenza».