Saca a su hijo a cholazos de la manifestación negacionista en Santa Cruz de Tenerife

El pasado sábado, un grupo de ciudadanos negacionistas se manifestó en la plaza de España de Santa Cruz de Tenerife en contra de las medidas sanitarias y la vacunación como forma de lucha contra la pandemia. Varias decenas o varios cientos, según la fuente, corearon consignas y portaron pancartas acusando a diversos poderes en la sombra de estar detrás del coronavirus en busca de un nuevo orden de control social; en la manifestación escasearon las mascarillas y apenas se mantuvo la distancia de seguridad. Según ha trascendido en las últimas horas, uno de los asistentes fue sacado del lugar a cholazos por su propia madre.

Esther Arribas, una santacrucera de 67 años, acudió al lugar de la manifestación chola en mano dispuesta a encontrar a su hijo José Ramón, al que agredió insistentemente con el calzado antedicho una vez lo encontró en la zona de la charca gritando «que no, que no, que no existe el Covid». Los gritos del joven, de 29 años, de «maaa, no me pegues, maaa» atrajeron la atención de otros manifestantes, quienes intentaron auxiliarle pero no pudieron porque el radio de acción de la madre se amplió al desplegar ésta unos nunchakus-chola de confección artesanal. A la postre, la cimbreante chola de Esther Arribas logró sacar a su hijo de la manifestación y, según cálculos de los dos agentes de la Policía Local (que, aun estando presentes, prefirieron no intervenir), también disuadió a otros diez asistentes que abandonaron la concentración por miedo a alcanzar.

En declaraciones exclusivas a El Baifo Ilustrado, Esther Arribas señala que «que me diga a mí el singuango éste que no hay pandemia, a mí, que me tiré dos meses y pico metida en casa con lo que a mí me gusta caminar por la avenida Anaga, a mí, que se me murió mi amiga Conchi con la que iba yo de excursión, que más que una amiga era una hermana, la pobre, solita en el hospital, a mí, que tengo a mi madre en una residencia y casi no la he podido ver hasta el otro día como quien dice… que me venga a mí ahora el paniaguado éste a decirme que no hay pandemia, es que me hierve la sangre, qué ganas tengo de que termine el Ciclo que está estudiando desde 2017 y se busque un trabajo». José Ramón, por su parte, declinó pronunciarse por miedo a más represalias. «Es mi hijo y yo lo quiero», sentenció Esther, «pero qué coraje me da cuando se pone con pollabobadas».

El Gobierno de Canarias, lejos de reprocharle a Esther esta forma de maltrato doméstico, ha mostrado interés para ficharla de cara a alguna campaña, ya sea presencial, ya sea en los medios, para incentivar la vacunación.