Un vecino del Heliodoro, indignado con la indiferencia de la afición ante #TFSeMueve
Rodrigo Gómez, vecino de las inmediaciones del estadio Heliodoro Rodríguez López, ha hecho llegar hasta El Baifo Ilustrado su profundo descontento con la afición del Club Deportivo Tenerife, por no sumarse ésta al grito de «Europa escucha, Tenerife está en lucha» que promovió la plataforma #TFSeMueve para el minuto 28 del partido que enfrentó al equipo de la capital con el Caudal de Mieres, el pasado domingo.
Según nos traslada este vecino, «yo había preparado todo para que mi voz resonara junto a la de los aficionados; tenía mi pancarta, mi bocina y todas mis ganas, y mire qué ridículo». Rodrigo Gómez, que incluso había sincronizado su reloj con el luminoso del estadio («tres veces tuve que llamar a las oficinas para eso»), comenzó a corear la consigna antedicha tan pronto llegó el minuto 28, y tras pasar esos sesenta segundos adhiriéndose a pleno pulmón al deseo de estar en la Red Transeuropea de Transportes, se dio cuenta de que nadie más estaba cantando el lema, y que, para más inri, su mujer, Petra González, le miraba desde el balcón de casa con una mezcla de resignación y pena. Los vecinos ahora lo llaman «el Transeuropeo» con cierta sorna.
Rodrigo no da crédito a la indiferencia del Heliodoro. «Con lo bonito que hubiera quedado, hombre por Dios, pero no, se ve que a la gente que va al estadio nada más le interesa el fútbol, qué poca vergüenza; yo quería alzar mi voz como si estuviera en el mismo césped, que ésa es otra, a los jugadores tampoco se les vio amago de parar para reclamar lo que es justo para Tenerife». En un crescendo de entusiasmo, Rodrigo afirma que «yo siempre he estado a muerte con las infraestructuras europeas», si bien, en un arranque de honestidad, nos confiesa que malamente atina a explicar en qué consiste la Red.
Petra explica a El Baifo Ilustrado que «Rodrigo es que es muy de apoyar movimientos ciudadanos; yo he intentado explicarle que éste no es uno de ellos pero no hay forma, a éste me lo veo yendo a Bruselas a aflojar un par de cogotazos».
